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Matrimonios
Uno de los grandes atributos de Dios es sin lugar a dudas, el amor.
1 Juan 4:16 dice: “Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.”
Este y muchos otros pasajes de las Escrituras, nos llevan a pensar en el grande propósito en el centro mismo del corazón del Señor para con el hombre.
A través de la Palabra, descubrimos las tres grandes instituciones sociales que Dios creó:
El matrimonio, el gobierno y la iglesia.
Como Iglesia, nosotros reconocemos como matrimonio:
UNICAMENTE, la unión como pareja que existe entre un hombre y una mujer.
Génesis 1:27 declara: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó; varón y hembra los creó.”
A través de este y otros pasajes de la Biblia, puede resaltarse el interés y visión de Dios,
en que el hombre forme una familia, para fructificarse y procrearse, lo cual es el efecto
de la unión como pareja entre un hombre y una mujer.
Dicha unión, es la que Dios ha prometido bendecir.
Como Iglesia, y a la luz de la Palabra de Dios, es necesario instruir a las parejas, en los distintos pasajes de las Escrituras sobre el roll que el esposo y la esposa deben desempeñar, bajo la institución del matrimonio, del cual Dios se agrada y por lo tanto, El desea bendecir.
Efesios 5:22-25 dice: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; 23 Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y El es su Salvador. 24 Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. 25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella.”
Al menos, una vez, cada tres meses, las parejas de matrimonio son convocadas para ser partícipes de las enseñanzas de las Escrituras y ser confrontadas, redirigidas, animadas, fortalecidas y bendecidas a la luz de la Palabra de Dios.
También, y con igual importancia, animamos a asistir a aquellas parejas que no están oficialmente casadas por la iglesia y mucho menos por la ley, ha hacerlo, con el único propósito de ser concientizados bajo las Escrituras a unirse en matrimonio, tal cual instruyen, la ley y la Biblia; con la intención de honrar a nuestro Señor y así ser
bendecidos por El.
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